En 1962, mientras el mundo se tambaleaba con eventos trascendentales que copaban los titulares como el suicidio de Marilyn Monroe y el golpe de estado en Argentina, dos mujeres suecas desafiaron todos los pronósticos deportivos al consagrarse en el Gran Premio de Turismo Standard de Argentina.
Ewy Rosqvist, de 32 años, y su navegante Ursula Wirth, de 29, no eran solo una estrategia de marketing de Mercedes Benz. Habían forjado su leyenda en los caminos difíciles de Europa, ganando tres campeonatos europeos en la categoría Damas. El año de 1962 marcó su entrada en la historia del automovilismo argentino.
El equipo de Mercedes-Benz, respaldado por leyendas como Juan Manuel Fangio y Karl Kling, inscribió cuatro autos en la competencia, siendo el modelo 220 SE asignado a “las suecas”. Desde la largada simbólica hasta la última etapa en Arrecifes, las mujeres demostraron su destreza al ganar todas las etapas, superando incluso el luto por la tragedia de su compañero Peter Khume.
La crónica de este viaje épico revela no solo su habilidad al volante, sino también su conexión única como equipo. Ewy, criada en una granja, encontró su camino hacia las carreras a través de kilómetros recorridos en un Mercedes 170 S. Ursula, que también era veterinaria, se convirtió en la navegante minuciosa que complementaba la habilidad de Ewy.
El gran premio tenía siete categorías dividida por cilindradas, un total de 258 competidores y se disputó a lo largo de 4.624 kilómetros, en seis etapas: la primera desde Pilar a Carlos Paz, en Córdoba; la segunda atravesaba San Luis y Mendoza y terminaba en San Juan. La tercera cruzaba La Rioja y llegaba a Catamarca. La cuarta concluía en Tucumán, la quinta transitaba por Santiago del Estero y finalizaba en Córdoba. Y la sexta y última etapa, luego de recorrer Santa Fe, arribaba a Arrecifes donde estaba la meta.
En una época donde las mujeres en el automovilismo eran raras, estas “suecas” no solo desafiaron estereotipos sino que también dejaron una huella imborrable en la memoria de Tucumán.
El 31 de octubre la línea de llegada del cuarto tramo oficial de la competencia en nuestra provincia estaba ubicada a la altura de Manantial, sobre la ruta 38, a 700 de la estación. El 1 de noviembre, según la crónica de nuestro diario, había un público muy numeroso desde Manantial hasta San Pablo, en el puente sobre el río Lules, en la Reducción, San Rafael, Famaillá, Monteros y Acheral. “Exactamente a las 13 horas 45 minutos 22 segundos, precedido del agradable sonido de una sirena especial, hizo su entrada serena pero velozmente el coche 711 marca Mercedes Benz piloteado por esta extraordinaria y singular volante de Suecia”, así anunciaba la llegada de Ewy y agregaba “había llegado veloz y se había ausentado de igual modo, la extraordinaria volante sueca que va ganando de punta a punta este VI Gran Premio Internacional Standard. Y había dejado tras sí una estela de admiración, de emoción y también de una lógica envidia en muchos hombres que no se explicaban cómo había ocurrido este insólito caso de pericia automovilística”.
Los ojos del público tucumano estaban posados sobre las jóvenes volantes que eran ovacionadas en cada presentación pública.
La prensa de la época, desde medios nacionales hasta revistas especializadas como “Ases y Motores”, rindió homenaje a estas mujeres que desbordaron calidad y coraje. La cobertura mediática, plasmada en fotos y titulares, capturó la admiración que despertaron en el cielo criollo del automovilismo.
Otra mujer: una tucumana
En ese momento las suecas eran las más populares de la carrera pero no eran las únicas mujeres. María Eugenia Paz Zavalía de Olmedo corrió en un Isard número 66 como acompañante de su marido Ernesto Olmedo, que hasta el momento de la llegada a Tucumán estaba clasificado en el lugar 11 de su categoría. Esta era la primera vez que competía en una prueba de esta clase y reconocía que era una competencia muy dura pero tenía confianza de mejorar en las dos etapas que quedaban hasta Buenos Aires. El periodista de nuestro diario le consultó sobre “las suecas” y María Eugenia respondió: “son extraordinarias, les pusieron la tapa a los hombres”.